Te
alabamos, Padre bueno, porque por tu Amor, has suscitado nuestro Instituto en
la Iglesia como fuente de servicio a los hermanos y hermanas en el mundo de
hoy.
Queremos, a ejemplo de nuestras Madres Fundadoras,
vivir nuestro seguimiento a Jesús, mediante la consagración desde nuestros
diferentes apostolados, en donde reflejemos que somos signo de tu Amor.
Queremos hacer de nuestra entrega una continua
comunicación filial y confiada contigo, como lo hizo María, la mujer que nos ha
precedido en el seguimiento de tu Hijo Amado, escuchando su Palabra y
haciéndola vida.
Padre, queremos ser contemplativas y vivir
profundamente la experiencia de tu Amor misericordioso, en amistad con Jesús y
dóciles a las mociones de tu Espíritu, para hacer siempre y en todo tu
voluntad.
Padre, queremos impulsar nuestra acción
evangelizadora asumiendo el amor a la Iglesia a ejemplo de nuestras Madres
Fundadoras y los reformadores del Carmelo, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Danos un corazón que nos capacite a vivir nuestra
vocación de verdaderas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, en fraternidad,
sencillez, humildad en la verdad, pobreza, alegría y abnegación apostólica,
como la vivieron nuestras Madres Fundadoras y se ha vivido desde los comienzos
del Instituto.
Danos un corazón valiente para buscar
constantemente una vida consagrada auténtica, en discernimiento orante y
esperanza activa, a fin de ser fieles al Carisma recibido y comprometernos a
recrearlo a través de la historia, especialmente donde la vida clama. AMÉN.
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