Cuando tomas conciencia del llamado de Dios tu vida
adquiere un sentido nuevo.
Percibir este llamado ocasiona con
frecuencia una gran turbación.
Jesús no suele llamar por apariciones
o visiones. El camino ordinario de su llamado son los acontecimientos que
ocurren en tu vida diaria: situaciones personales, comunitarias y sociales; por
ello conviene que te preguntes: ¿Qué urgentes necesidades llaman tu atención?
Qué sufrimiento del pueblo te conmueve? Y los lleves ante su presencia por medio de la oración.
Ahí, Dios muestra sus razones al
soñar con un pueblo libre, una tierra hermosa, un pueblo bendecido que sea a la
vez fuente de bendición. El por qué de la vocación hay que encontrarlo en el
corazón de Dios y, mirar como Él mira y sentir como Él siente será
ejercicio continuo del que ha sido llamado.
Dios llama a todos, pero sólo
escuchan su llamado los que libremente sintonizan con su corazón.
Un paso así seguro te dará miedo.
Necesitas ser acompañado por alguien que haya experimentado la hermosura de dar
un salto en el vacío, la libertad que conlleva el olvido de sí mismo y la
alegría inmensa de darse en actitud definitiva.
Carmelitas Misioneras de Santa Teresa
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