jueves, 10 de abril de 2014

¡Va! Pero primero...


¡Ey! ¿Quieres saber cómo tener una buena confesión?

Seguramente estas nervioso-a por lo que le dirás al cura, ya tiene un buen que no te acercas, quieres estar bien con Dios pero no sabes cómo empezar…

El pecado es como tener una herida de la cual a veces no quieres sanar. Jesús como buen médico quiere curarte porque ha venido para los que necesitan salud y no para aquellos que se creen sanos.
Aparten el pecado no solo se refiere a hacer cosas que están prohibidas y que generalmente tienen que ver con la sexualidad.

Recuerda, antes que tuvieras la iniciativa de buscar a Dios ya desde antes Él te buscaba a ti, te miraba con ojos de amor, porque eres su hijo-a muy amado-a. Le duele que no sientas en tu vida su abrazo de amor y agradece infinitamente que nuevamente quieras darle la oportunidad de estar cerca de ti.

La confesión te hace volver a sentir la gracia de Dios y seguir en el camino de la mano con Él. Solos no podemos nada pero con Él lo podemos todo.

No esperes grandes cosas de este encuentro que tendrás con Jesús a través del sacramento de la Reconciliación, no le pongas condiciones, muéstrate como eres haciéndote responsable de las cosas que has hecho y que en muchas ocasiones perjudican a los demás o al Cosmos, este planeta tan bonito que se nos ha regalado y convivir sanamente con él.

Reza la siguiente Oración de Preparación

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
Por tu gran compasión borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
Y purifícame de mi pecado!

Tú amas la sinceridad del corazón
Y me enseñas la sabiduría de mi interior.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
Y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me arrojes lejos de tu presencia
Ni retires de mí tu Santo Espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
Que tu espíritu generoso me sostenga.

Abre mis labios, Señor,
Y mi boca proclamará tu alabanza.


Piensa si en tu vida como joven o adulto-a tienes algún apego desordenado a alguna persona u objeto que no te permite seguir creciendo en dignidad de hijo de Dios…en qué fallaste, que no te gustó de esa acción que realizaste, que cosa no hubieras querido hacer pero a fin de cuentas la hiciste.

 Piensa en las ocasiones en que has hecho cosas “con alevosía y ventaja” para ofender y dañar a los demás…con el tonto argumento de “quien me la hace me la paga” ten confianza y dilo al sacerdote…Cristo, perdonó a sus agresores aun cuando estos no se habían arrepentido

     Piensa si eres una persona reconciliadora, es decir, si en tu convivencia con los demás transmites paz y comprensión a quienes te rodean; o si eres, por el contrario, motivo de pelea y desunión.

Hay algo que le esté haciendo daño a tu salud física o emocional, lo sabes y permites que te siga afectando...

   Es importante tener en cuenta que el volver a Jesús no se conquista de una vez para siempre. Al contrario, es un proceso que dura toda la vida.

Esto es todo…¡¡Estas listo-a!!


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