CREDO DE LA VIDA CONSAGRADA
1. Creo que de la comunión con Jesucristo y con los hermanos fruto de la conversión personal y comunitaria, seré llevada a hacer el bien en el orden espiritual, moral y material siendo signo vivo en la Iglesia, trabajando en la construcción del Reino de Dios.
2. Creo que cuando me entrego en el servicio de los más empobrecidos, los descartados de esta tierra, insertándome en su realidad, hasta entonces es cuando descubro y reconozco a Jesús en ellos, me convierto en embajadora de la alegría y se hace presente la consolación y la esperanza de la que tanto habla nuestro Papa Francisco.
3. Creo que la Iglesia y la Vida Consagrada estamos llamadas a vivir la justicia social, asumiendo un compromiso profético, promoviendo la opción preferencial por los pobres; realizando nuestra misión en los espacios de salud, educación, misiones, espiritualidad y tantos otros a donde somos llamadas a contribuir cada día con nuestro estilo de vida.
4. Creo que pertenezco a la vida y santidad de la Iglesia, como consagrada transformo cada día los votos de castidad, pobreza y obediencia en una práctica personal y comunitaria en solidaridad, ejerciendo la caridad con los empobrecidos por ser parte esencial de mi opción preferencial por Jesucristo.
5. Creo en la vida consagrada que se encuentra con el ser humano en su movilidad, compartimos con hombres y mujeres el desarraigo de su propia identidad cultural y los acompañamos en su proceso a nuevas formas de vida desde nuestro ser samaritanas.
6. Creo que la Vida Consagrada esta llamada a vivir en continuo éxodo, en actitud de diálogo, a favor de la vida, de la diversidad, de la inculturación, viviendo al impulso del Espíritu que nos lleva a tener actitudes de humildad, sencillez, alegría y sobre todo caridad.
7. Creo que la Vida Consagrada conseguirá renacer en estos nuevos tiempos si recuperamos la experiencia fúndate del Dios que nos habita, retomando la lectura orante de la Sagrada Escritura, y una verdadera contemplación del actuar de Dios en nuestra Historia, profecía que lleva el Evangelio a las periferias y nos hace emprender acciones de vida en sinodalidad.
8. Creo que estoy llamada a vivir la comunión siempre renovada entre mis hermanas de comunidad, demostrando así que es posible la armonía familiar, comunión con la naturaleza, el Cosmos; respetando, promoviendo y protegiendo la Ecología.
9. Creo que como mujer consagrada soy imagen de la ternura de Dios, memoria viviente del modo de ser y de actuar de Jesús y estoy llamada a compartirla con mis hermanos y hermanas que me rodean, en exquisita caridad siendo bondadosa y amable, con capacidad de poner en armonía la diversidad.
10. Creo que también como consagradas y consagrados, al igual que todos los hombres y mujeres, sentimos las dificultades de la vida, la enfermedad, la vejez, la pérdida de convicciones y es en ello donde aprendemos a reconocer el rostro tan humano del que se hizo en todo semejante a nosotros, Jesucristo, que nos dice: No hay gloria sin cruz.
1. 11. Creo que recorremos el camino como Vida Consagrada de la mano de María, nuestra Madre, Primera discípula y primera consagrada; en ella, encontramos el más vivo ejemplo de ternura entrañable hacia la Humanidad y es en donde aprendemos a acoger el dolor y el gozo del mundo. Nos alienta en nuestras búsquedas y esperanzas hacia un mañana mejor.