No soy un
poeta como los que me gusta leer y aun me da por transcribir sus palabras y
testimoniarlas como ciertas. Pero llegará el día en que mi mano estará distante
y cuando le ordene escribir, ella trazará palabras que yo no hubiera
consentido. Va a llegar el tiempo de la otra explicación, donde las palabras se
desataran como una nube y caerá como lluvia. Soy la impresión que va a transformarse.
No se necesitaría más que un poco y yo podría
¡ah! Comprender y aprobar todo. Un paso solamente y mi profunda miseria se transformaría en
felicidad. Pero ese paso, no puedo darlo; he caído y no puedo ya levantarme,
porque estoy roto. Hasta ahora, he creído que podría venir una ayuda. He aquí
ante mí, de mi propia letra, lo que he rogado noche tras noche. He transcrito
esto de los libros, como brotado de mi mismo. Ellos, mis corruptores, aumentan
mi aflicción pues no tienen necesidad de ninguna ayuda. Ahora, las cosas están
cambiando ¿no ha llegado la ocasión de transformarnos? ¿No podríamos tratar de
desarrollarnos un poco y hacer nuestra parte de esfuerzo en el amor? Nunca como
hasta ahora me había llegado la idea de ofrecer mi propia voluntad hasta que me
di cuenta que el poeta había llegado al límite de la suya. No describe como yo
el sonar de una tapa cuando cae y avanza provocando perturbaciones al silencio,
mi silencio singularmente sensible, picante en herida que aun cicatriza. Los
objetos asisten a nuestro espectáculo de vida durante siglos y no pueden
soportar que alguien se contenga y busque su propio sentido. Comienzan su
seducción contra el solitario que quizá triunfará. Cuando se habla de alguien así
la gente cree que sabe de que se trata pero no hacen más que odiarlo sin
conocerle, a medida que crecía, él creció contra los mayores y durante su larga
juventud la caza contra él no cesó jamás. Y cuando no se dejaba abrumar por
ellos y se escapaba, desacreditaban lo que venía de él y lo encontraban feo y
sospechoso. Las líneas que ha de escribir han de brotar con tal fuerza que
sobrepasen todas las contradicciones cual regreso del Hijo Prodigo a la casa del
padre. Él, es ahora terriblemente difícil de amar..., ha estado afuera tanto
tiempo. Sólo él es capaz de amarse… pero éste aun no quiere. (Sic. Rilke de los Cuadernos de Malte Laurids Brigge)